El Aula de Debate del ICAM se mete en faena discutiendo sobre la tauromaquia

La última sesión del Aula de Debate del ICAM colgaba una vez más el cartel de completo en una jornada dedicada a una de las cuestiones que mayor polarización de opiniones genera, tanto a nivel doctrinal como en la sociedad: la tauromaquia.

Precisamente ejemplo de esa dicotomía fueron los expertos que formaban la mesa: el periodista y narrador en Movistar+ José Germán EstelaAndrés Sánchez MagroPaloma Ortiz Toro y  el torero César Rincón Ramírez quienes, junto al diputado responsable de Formación, Raúl Ochoa Marco, se enfrentaron a la cuestión “Los toros, ¿protección hacia una manifestación cultural o rechazo al maltrato animal?”.

El primero en intervenir fue Sánchez Magro, que quiso destacar que la tauromaquia “no es una fiesta nacional, es una fiesta cultural que no tiene que ver con otros aditamentos o residuo de vestigios políticos”, un aspecto determinante para el magistrado a la hora de su prohibición en algunas regiones. Sánchez Magro, que definió la fiesta como “el festejo del juego de los toros” recordó “que existe en todo el mediterráneo”, habiéndolo calificado la Asamblea Nacional francesa como “bien de interés cultural” en la línea de lo que ya consideró nuestro Tribunal Constitucional, que habló de “arraigo, tradición y cultura”. Pero para el magistrado “si hay un elemento jurídico a resaltar es que es una fiesta de libertad plural donde se reivindica acabar con el pensamiento único, el derecho a la biodiversidad y el libre desarrollo de la personalidad de las gentes y de los pueblos”.

 

Germán Estela, por su parte, puso el punto de inflexión en “el conocimiento como base fundamental para entender lo que ocurre en una plaza de toros”, ya que, como apuntaba el periodista, “la ignorancia funciona de manera muy rápida, se expande como la pólvora, es muy fácil contagiarse y muchas veces nadie se preocupa en saber”. Para el periodista, “se llama toro de lidia porque su final está en la lidia, en la plaza de toros. En la manada es manso, solamente cuando está solo saca la esencia de lo que llamamos bravura, crecerse ante el castigo y la amenaza”. Para el comentarista taurino la corrida tiene un “nivel de liturgia entendida desde una ética. Al toro no se le masacra sin sentido, todo tiene un orden, un tempo y un por qué”. Por eso, para Germán Estela, “el día que la gente deje de llenar la plaza será el final de la tauromaquia”. En este sentido, el periodista apuntó que “en el fondo no estamos tan en desacuerdo taurinos y antitaurinos: los dos defendemos al toro bravo, queremos que viva de la mejor manera posible, con todos los placeres que pueda tener y con control veterinario absoluto pero, para su final, ellos prefieren un disparo en un matadero: sólo nos diferencian 15 minutos, que es lo que dura la lidia”.

Julio César Rincón, torero de procedencia colombiana emigrado a España en 1981, explicó que la afición le había llegado por su padre, fotógrafo taurino, y señaló la tauromaquia como una de las principales “expresiones artísticas y culturales” provenientes de España, junto al castellano o la religión “muy arraigadas en su tierra”. El maestro explicó sus comienzos difíciles y su rechazo a la palabra matador: “ser torero no es fácil y va mucho más allá de matar al toro”, declaró, y reivindicó que “hay que poner en la vida la libertad de decidir hacia dónde vamos”. Para Rincón, que también cría toros de lidia en España y en Colombia, “el toreo no es incompatible con amar el toro”, antes bien, “existe una fuerte llamada del campo y un interés en engrandecer al toro, dándole ocasión de hallar su final con unos valores y una ceremonia que no todos los animales gozan” pues, como recalcó, “el toro no es abatido sino combatido”.

La última en intervenir fue Ortiz Toro, que no dudó en dar un quiebro a la cuestión y comenzó declarándose “antitaurina informada”. Para la letrada, ante lo que “indubitadamente es un espectáculo que se fundamenta en el sufrimiento del toro”, el debate no está en si es una expresión artística, una tradición cultural o una industria lucrativa sino en si “en base a ello justificamos el maltrato animal”. En este sentido, Ortiz recordó que el maltrato animal es una conducta perseguida en el Código Penal como expresión de que la sociedad lo considera sancionable y, por eso, se declaró “incapaz de encontrar justificación alguna para hacer del toro de lidia la única excepción”. La abogada, además, haciendo referencia a la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, explicó que “está científicamente probado que todos los animales tienen la capacidad de experimentar tanto daño físico como sufrimiento emocional”, y mostró su repulsa hacia las retrasmisiones de las corridas “en las que se capa el sonido para no emitir la angustia del animal”. Pero Ortiz se mostró optimista a la luz de datos del Ministerio de Cultura, según los cuales “solo un 10% de la población ha acudido a un espectáculo taurino en los últimos años y el 62% le da una valoración de 0”. Esto, junto a los apoyos que recibe el partido animalista, significa para la letrada que “la tauromaquia tiene los días contrarios”.

El ICAM vivió, en definitiva, una de sus jornadas más intensas en la línea de lo que pretende el Aula de Debate: ofrecer un espacio de discusión acerca de cuestiones polémicas y fomentando el encuentro reflexivo de opiniones encontradas.

Ciertos son los toros, como dicen en el gremio, anoche no hubo consenso pero, como señaló Ochoa, se promovió “el respeto hacia todas las posturas, evitando el insulto y la violencia, y desde el más absoluto entendimiento con aquellos que piensan diferente”.

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