Mujeres con huella: el ICAM celebra un siglo de abogadas pioneras y medio siglo de igualdad jurídica

El Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) ha celebrado este 5 de mayo el acto “Mujeres con huella: 100 años rompiendo moldes en la abogacía y 50 años de la Ley 14/1975”, una jornada de memoria, homenaje y compromiso con el legado de las mujeres que han marcado la historia del derecho y la igualdad en España.

El acto, impulsado por la vicedecana del ICAM, Isabel Winkels, y coorganizado con las secciones de Igualdad e Iniciación Profesional, conmemoraba dos efemérides clave: el centenario de la colegiación de las primeras abogadas españolas, Clara Campoamor y Victoria Kent, en 1925, y el 50 aniversario de la Ley 14/1975, que puso fin al régimen de tutela legal del marido sobre la mujer casada.

La jornada, que colgó el cartel de ‘aforo completo’, asistieron destacadas personalidades del mundo del Derecho, como la presidenta del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló; la vocal del CGPJ, Lucía Avilés; la fiscal jefe de Madrid, Almudena Lastra; Yolanda Ibarrola, senadora presidenta de la Comisión de Justicia en el Senado y exconsejera de Justicia de la CAM;  Carmen Martín García-Matos, Viceconsejera de Justicia de la CAM; Pilar Martín Nájera, fiscal del TS; Soledad Murillo, promotora de la ley de igualdad y Secretaria de Estado de Igualdad entre 2018 y 2020;  así como los miembros de la Junta de Gobierno: Lola Fernández Campillo, José Ramón Couso y Ester Mocholí; y Mabel Zapata, exDiputada ICAM.

Apertura institucional: memoria, legislación y movilización social

La vicedecana, Isabel Winkels, y la vocal del CGPG, Lucía Avilés inauguraron la jornada. Winkels subrayó la necesidad de seguir avanzando en una igualdad real, mientras que Avilés pronunció un discurso que abarcó desde el asesinato de Ana Orantes —como símbolo del machismo estructural— hasta las conquistas legislativas recientes como la Ley Integral contra la Violencia de Género. Recordó que los derechos no caen del cielo, y que ha sido la «ira cívica» y la movilización social las que han impulsado los grandes cambios legislativos.

“Hoy rendimos homenaje a las mujeres que rompieron moldes, pero también hacemos un ejercicio de memoria activa para recordar que los derechos no se regalan: se conquistan y se defienden día a día”, afirmó la vicedecana.

Clara Campoamor y Victoria Kent, dos formas de hacer historia

Moderada por Eva Serrano (miembro de las mesas de igualdad del ICAM y vicepresidenta de la CEIM), la primera mesa contó con las intervenciones del periodista Isaías Lafuente y la abogada y presidenta de la sección de Igualdad del ICAM, Estela Martín. Ambos ofrecieron un recorrido apasionado por las trayectorias de Clara Campoamor y Victoria Kent, referentes imprescindibles de la historia jurídica y feminista española.

Lafuente describió a Clara Campoamor como «una mujer impresionante, modelo personal, cívico y político». Recordó que se matriculó en el bachillerato con 32 años, estudió Derecho y se colegió en 1925. Fue diputada en las Cortes Constituyentes de 1931, donde, con argumentos democráticos y de sentido común, convenció a 160 hombres para aprobar el sufragio femenino, pese a la oposición de su propio partido, el Partido Radical.

“Fue la única mujer en el mundo que logró el voto femenino desde una tribuna parlamentaria”, destacó Lafuente, quien también denunció el olvido institucional de su figura: “Un robo de conocimiento que hay que corregir”. Campoamor no solo defendió el voto, sino el divorcio, la igualdad civil y la educación para las mujeres.

Por su parte, Estela Martín reivindicó a Victoria Kent como la primera mujer directora general de prisiones, reformadora del sistema penitenciario y fundadora de una revista feminista desde el exilio. Aunque conocida por su oposición al voto femenino en ese momento, Martín aclaró que «Kent no se oponía al voto, pedía su aplazamiento por la situación de vulnerabilidad social de muchas mujeres». Leyó fragmentos de su discurso parlamentario para demostrar su madurez política y su fidelidad a la República.

Ambos ponentes coincidieron en que la igualdad no se construye enfrentando figuras históricas, sino sumando sus logros. “Compromiso y perseverancia” definieron a Campoamor; “formación y educación”, a Kent.

Isaías Lafuente, Eva Serrano y Estela Martín

La ley que nos igualó (1975)

La segunda mesa redonda estuvo dedicada a la Ley 14/1975, aprobada el 5 de mayo de 1975, y que abolió la licencia marital y permitió a las mujeres casadas ejercer derechos civiles sin autorización del marido. Moderada por Isabel Winkels, contó con la participación de Belén Landáburu, Consuelo Abril, Francisca Sauquillo y Carmen Alonso Ledesma.

Belén Landáburu, jurista y exprocuradora en Cortes, relató cómo impulsó la reforma del artículo 321 del Código Civil desde dentro del franquismo. Detalló la participación de la Federación Internacional de Mujeres Juristas (cofundada por Campoamor), la creación de una comisión especial de codificación con cuatro mujeres (ella, María Telo, Carmen Salinas y Concepción Sierra) y el proceso legislativo que derivó en una reforma que afectó a más de 60 artículos del Código Civil y de Comercio.

Consuelo Abril ofreció una visión desde la práctica profesional: “No se podía abrir una cuenta corriente, ni aceptar una herencia, sin permiso del marido”. Recordó la amistad epistolar entre María Telo y Clara Campoamor, y denunció ejemplos de machismo judicial: “La separación se denegó a una mujer porque el intento de asesinato era un hecho aislado”.

Francisca Sauquillo contextualizó la ley dentro del auge del movimiento asociativo en los años 60 y 70: “Franco murió en la cama, pero las mujeres ya estábamos en la calle”. Recordó que hasta 1978 no se despenalizó el adulterio ni se legalizó la píldora.

Carmen Alonso Ledesma completó el análisis con el impacto mercantil de la reforma: por primera vez, las mujeres pudieron ejercer el comercio sin autorización. Subrayó que los derechos también se pierden si no se defienden desde el conocimiento jurídico y la conciencia social.

La juventud toma la palabra: herederos de una lucha por la Igualdad

El epílogo corrió a cargo de abogacía joven. Vera, Celia, Iker y Jaime ofrecieron un coloquio cargado de honestidad y compromiso. Reconocieron los avances legales pero advirtieron que la igualdad real aún está lejos: las mujeres siguen renunciando más a sus carreras, la conciliación no es compartida y destacaron que hay igualdad formal en el acceso a la profesión, pero persisten desigualdades estructurales.

Moderada por Lola Fernández Campillo, esta parte final sirvió de puente entre el legado de las pioneras y los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones.

Jaime reconoció que actualmente existe igualdad formal de acceso a la profesión, pero que persisten obstáculos estructurales: «La igualdad legal no elimina por sí sola los sesgos, los techos de cristal o la desigualdad en la conciliación. Hay que seguir avanzando, especialmente desde dentro de la profesión».

Iker insistió en que los derechos conquistados «no han caído del cielo, y pueden desaparecer si no los defendemos con firmeza».

Vera subrayó la importancia de la memoria feminista y del pensamiento crítico, recordando que “no hay igualdad real sin conciencia social”. En esa línea, volvió a resonar la advertencia de Estela Martín, quien había señalado: “Las mujeres de este país ya no pueden hacer más de lo que han hecho. Que no nos hagan trampa al solitario”.

Especialmente significativa fue la intervención de Celia Herrero, presidenta de la Sección de Iniciación Profesional del ICAM y coordinadora de Abogacía Joven ICAM, que conectó con fuerza el pasado y el presente: “Hoy se ha visto claramente con la ley que conmemoramos: se aprobó, sí, pero hubo que emitir circulares para recordarla, y han tenido que pasar décadas para que cale en nuestro inconsciente colectivo. A veces creemos que nacemos con estos derechos, pero no es así. El cambio social no se logra solo con leyes: requiere educación, conciencia y voluntad de transformación”.

Herrero denunció que la igualdad legal no garantiza la práctica, si no va acompañada de un cambio profundo de cultura: “Aunque hemos progresado mucho, siguen existiendo roles asignados, brechas salariales y una corresponsabilidad que aún no es plena. En mi entorno profesional, por ejemplo, observo que en especialidades con ritmos más variables de trabajo, son mis amigas —y no mis amigos— quienes se plantean renunciar para poder conciliar. Es una decisión legítima, pero reveladora de quién sigue cargando con el coste del equilibrio familiar”.

Celia cerró con un llamamiento claro: “La abogacía joven no solo tiene el derecho, sino el deber de cuestionar estas dinámicas. Somos nosotros quienes debemos impulsar el cambio social que convierta la igualdad legal en igualdad real”.

Así, “Mujeres con huella” cerró su jornada con un mensaje esperanzador pero exigente: la memoria es frágil, la igualdad es un proceso inacabado, y el futuro depende del compromiso diario de quienes ejercen el Derecho como herramienta de transformación social.

Vera, Celia e Iker insistieron en que conocer la historia y educar en pensamiento crítico es clave para sostener lo conquistado. “Ni un paso atrás, ni para coger impulso”, concluyeron.

Un legado que sigue escribiéndose

“Mujeres con huella” no fue solo un homenaje, sino un acto de responsabilidad intergeneracional. Se reconoció a Campoamor, Kent, Telo y Landáburu, pero también se entregó el testigo a una nueva generación que debe recordar que los derechos conquistados no son eternos.

Como afirmó Isaías Lafuente: “Mucho cuidado con los derechos conquistados. Se pueden venir abajo si no los cuidamos como merecen”.

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