El decano, en el fallecimiento de Ramón Entrena

Nos ha dejado un jurista de primera categoría. En su dilatada carrera, en sus diversas facetas y responsabilidades, y desde luego practicando la Abogacía al frente de diferentes despachos, destacó por sus numerosas virtudes: su incansable laboriosidad, su concepción enciclopédica del conocimiento, su vocación de servir al interés general en tiempos política y socialmente complejos… porque era un hombre especialmente interesado en todo cuanto acontecía en su tiempo.

Auténtica referencia en Derecho Administrativo, su conocimiento de las leyes era, no obstante, verdaderamente amplio, fruto no sólo de su inclinación hacia el rigor y su apego a lo exhaustivo de la ciencia sino, por añadidura, de la ilusión con la que hasta sus últimos días ha dotado de alma a su trabajo.

Es una lástima que nos dejen antes de lo que esperamos compañeros, llenos de vitalidad y cargados de experiencia, con cosas aún por decir y por hacer. Nos queda el consuelo de que su ejemplo permanecerá indeleble para quienes sientan alguna forma de inspiración en los pasos que durante tantas décadas dio y en las huellas que imprimió.

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