El decano conmemora a José Manuel Maza y destaca su labor fundamental en la defensa de la unidad de España

La Sede de la Fiscalía General reunió ayer a lo más granado del mundo jurídico en un homenaje póstumo a José Manuel Maza, que ocupó el cargo de Fiscal General del Estado hasta su fallecimiento, no hace un año escaso, el 18 de noviembre de 2017.

Al acto, convocado con motivo de la presentación de un libro en homenaje a Maza, asistieron entre otras autoridades su homónima en el puesto, María José Segarra; la presidenta del Consejo General de la Abogacía, Victoria Ortega; el Fiscal Superior de Madrid, Jesús Caballero; o el magistrado Manuel Marchena, además de familiares y amigos de José Manuel Maza.

También estuvo presente el decano del ICAM, José María Alonso, coautor de un libro que recorre la trayectoria de Maza desde tres perspectivas de su vida profesional: el servicio público en la magistratura y la fiscalía, el ejercicio de la abogacía, y su labor en el mundo académico, aspecto éste último del que Alonso señala: “Llevaba la bendita carga de la vocación divulgativa, de hacerse comprensivo. Destacó por su precisión y claridad expositiva, por su verbo conciso y por un profundo conocimiento técnico que está, en cada época, al alcance de unos pocos”.

El decano también incidió en la firmeza jurídica que acompañó a Maza durante toda su vida: “De un hombre de Estado se espera que defienda la ley y la fuerza de las normas sin reservas”, refirió, subrayando especialmente cómo, únicamente al servicio de la Ley y siempre fuera de la contienda política, contribuyó a la defensa de la unidad del Estado “con honestidad de criterio, con rigor técnico, con autonomía en el ejercicio del cargo y con sentido de la responsabilidad y la prudencia”.

El decano José María Alonso compartiendo unas palabras con uno de los hijos de José Manuel Maza antes del acto

Su entendimiento del impacto mediático de la acción judicial y la repercusión a la inversa, que lo llevaron a afirmar que había que “cambiar el sistema de la investigación penal”; o su compromiso en la lucha contra la corrupción, manifiestan una vez más que se trataba de un hombre consciente de la dignidad y peso del cargo que ocupaba, cumpliendo con el mandato recibido de manera honesta, sólida y eficaz, sin perder de vista la necesidad de modernizar el sistema y acompasarse al sentir e inquietudes de la sociedad.

Su labor clave en la cuestión catalana es otro episodio que el decano refiere en el libro, defendiendo vehementemente el papel que le tocó vivir, y cómo estuvo a la altura moral e intelectual de las circunstancias, sobre todo en relación a la aplicación del art. 155 de la Constitución suspendiendo la Autonomía: “se trató de un espacio temporal en el que hubo que proteger con la máxima fuerza y con la máxima razón, con la máxima inteligencia y la máxima sensatez, nuestro espacio de solidaridad, de estabilidad”, apunta Alonso en la obra.

A lo largo de sus páginas, el libro narra este y otros muchos episodios de la vida de quien fuera sin duda uno de los baluartes del mundo jurídico español de los últimos tiempos. “Todos estamos de luto y, desde luego, lo está la Abogacía”, escribe el decano, pero su ecuanimidad, su sabiduría tranquila, su profesionalidad, y el vasto y enciclopédico conocimiento que atesoraba y que se encargó de trasmitir tanto en su labor pública como docente, permanecerán siempre. La publicación evidencia cómo sobrevive su legado.

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