- Jornada celebrada por la Sección de Compliance del Colegio en colaboración con el máster de Compliance de la Universidad Complutense de Madrid
En la tarde de ayer, el decano inauguró una jornada centrada en los Códigos de Conducta como eximente penal e instrumento de fomento de los valores corporativos. José María Alonso reivindicó la necesidad de que las compañías y sus órganos de gobierno se conciencien sobre la necesidad e importancia de este instrumento que constituye “el día y la noche de la responsabilidad penal de la persona jurídica”. Además, celebró la existencia de estas sesiones que acercan la Institución al colegiado, contribuyendo a hacer “un Colegio útil, cada día más cerca de todos”.
Beatriz Saura, co-presidenta de la Sección, fue la encargada de moderar la mesa redonda compuesta por Eduardo Navarro, Compliance officer del Grupo Pascual; Manuel Quintanar, secretario General del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid; y las exalumnas del máster coorganizador del evento: María Virginia Garillo, del despacho Eversheds Sutherland Nicea y Yolanda Díaz, Trading Risk Compliance and Credit Assistance Officer en Brunel Energy Europe.
Los Códigos de Conducta son un elemento fundamental a los efectos de evitar la responsabilidad penal a que está sujeta, tras la reforma de 2010 del Código Penal, la persona jurídica y, en palabras de Saura, si estableciéramos una jerarquía normativa, serían al Compliance lo que la Constitución al Ordenamiento Jurídico: la principal directriz, la cima de la pirámide.
Durante las últimas décadas se ha producido un cambio en la valoración de las compañías: a día de hoy los activos intangibles (valor de marca, reputación…) son el elemento más significativo que tiene una empresa. Como señalaba Eduardo Navarro, esto tiene un impacto sustancial en los Códigos de Conducta por cuanto, más allá de actuar como eximente de la responsabilidad penal, implican un mensaje de cultura de cumplimiento, “es importante que la organización tenga valores, y que el código los manifieste traduciéndolos a comportamientos esperados”.
Por su parte, Quintanar habló de su experiencia como director de integridad de la Liga de Fútbol Profesional, durante la cual se le encomendó acomodar las praxis de la liga como competición con la obligación de atenerse al Código Penal. Hoy todos los clubes de primera y segunda división tienen códigos de buena conducta y un plan de cumplimiento integrado en el seno de su estructura corporativa. Los resultados de esta labor los estamos viviendo, y se manifiestan en la actualidad a través de casos como el del Osasuna, o la reapertura del caso Levante-Zaragoza. Para el ponente, el compliance “es un mundo en el que hay que entrar con valentía” pues la finalidad última es erradicar la comisión de delitos.
Finalmente, Garrillo y Díaz compartieron su Estudio sobre los códigos éticos de las Comunidades Autónomas. La conclusión es positiva pues observaron que estos códigos son un “paso más allá hacia una cultura de cumplimiento y con una marcada tendencia a continuar avanzando”. La transparencia y la accesibilidad están muy desarrolladas, frente a otros aspectos que aún necesitan mayor desarrollo, como la definición e implantación de un órgano supervisor y el establecimiento de un régimen sancionador con mayor especificidad. También incorporan como clave la formación y capacitación de los empleados.
Destacaron además cómo los distintos códigos son reflejo de la cultura y los valores de cada Autonomía pues, en definitiva, conforman una vía de conducta y una herramienta de gestión de riesgos, a la par que una manera de fomentar la propia imagen reputacional.