El ICAM lamenta el fallecimiento de Carlos Carnicer, referente de la abogacía institucional y defensor incansable de los derechos humanos

El Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid quiere expresar su más sentido pésame por el fallecimiento de Carlos Carnicer, abogado de intachable trayectoria y figura clave en la modernización de la profesión jurídica en nuestro país. El ICAM envía su apoyo a familia, amigos y compañeros de Carnicer así como a todos aquellos abogados que tuvieron el honor de trabajar a su lado.

Carlos Carnicer dedicó más de cinco décadas al ejercicio y a la defensa de la abogacía con una entrega ejemplar. Fue decano del Colegio de Abogados de Zaragoza durante diez años, y presidió el Consejo General de la Abogacía Española entre 2001 y 2016, liderando durante ese periodo grandes avances institucionales, normativos y tecnológicos. Su visión comprometida y transformadora ayudó a consolidar una abogacía más moderna, más accesible y profundamente enraizada en los valores de la justicia social.

Bajo su impulso se promovieron hitos como la Ley de Acceso a la Abogacía, la eliminación de las tasas judiciales o la implantación del Expediente Electrónico de Justicia Gratuita. Carnicer entendió desde muy pronto que el futuro de la profesión debía construirse sobre la excelencia, la formación y la defensa firme de los derechos fundamentales. En este sentido, fue también un incansable defensor de la justicia gratuita, del Turno de Oficio y de los Derechos Humanos, pilares que contribuyó a reforzar mediante la creación de espacios de reflexión y formación como los Congresos de DDHH o las Aulas de Derechos Humanos de la Abogacía.

Su compromiso traspasó las fronteras de lo jurídico. Fue miembro nato del Consejo de Estado, presidente de Unión Profesional, vicepresidente de la Unión Mundial de Profesiones Liberales y formó parte del Comité Ejecutivo del Consejo Europeo de Profesiones Liberales. Participó activamente en iniciativas destinadas a acercar el lenguaje jurídico a la ciudadanía y en los trabajos para la posible reforma constitucional, convencido de que el Derecho debía estar siempre al servicio de las personas.

Carlos Carnicer fue, ante todo, un hombre bueno, generoso en su magisterio, con una profunda conciencia de servicio público y una humanidad que lo convirtieron en un verdadero referente para generaciones de juristas. Su legado, su pasión y su ejemplo seguirán inspirando a todos los que se dedican a la abogacía.

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