El Secretario General del ICAM, Pedro Lescure, y el colegiado Ignacio Valentín-Gamazo han sido nombrados también Colegiados de Honor
El Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid ha rendido hoy homenaje a más de 400 profesionales que acreditan 25, 50 y 60 años de ejercicio de la abogacía.
La jornada vespertina, celebrada en el Ayuntamiento de Madrid, ha sido conducida por el Secretario de la Junta de Gobierno, José Ignacio Monedero, y presidida por el decano Eugenio Ribón, en compañía de la Junta de Gobierno del ICAM: Isabel Winkels, Vicedecana; Lola Fernández, Tesorera, y los Diputados José Ramón Couso, Ana Buitrago, Javier Mata, Mabel Klimt, Ester Mocholí, Roberta Poza y Juan Manuel Maylloy. También han estado presentes los decanos eméritos José María Alonso y Sonia Gumpert y los decanos de la abogacía de Valencia, Toledo, Cáceres, Guadalajara y Cuenca, así como el ex decano de Málaga, Francisco Javier Lara.

En calidad de anfitrión, el alcalde José Luis Martínez-Almeida ha clausurado un acto al que han asistido el consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel García Martín, y las principales autoridades judiciales, fiscales y policiales de la región.
El acto de entrega de diplomas ha arrancado con las palabras del decano, recordando que la abogacía es una de las profesiones liberales con más antigüedad, y, sobre todo, donde el ejercicio profesional se desarrolla hasta una edad más avanzada. “Es por ello donde más generaciones confluyen, sin que sea fácil explicar cómo un oficio que nos exige tan esforzadas luchas, tanto trabajo, tanto sacrificio, y que en ocasiones nos hace afligir hasta dejarnos sin sueño, nos produce a todos tanta fascinación”, ha expresado Ribón.
De las tres etapas en que se divide la trayectoria profesional de la abogacía, en la primera destaca “el recuerdo del compañerismo, la reflexión de las prístinas experiencias, la intensidad de los triunfos y fracasos”. En el periodo de juventud profesional, ha explicado Ribón, “crecemos en la amplitud de la actividad” al tiempo que “buscamos la conciliación”. Y finalmente es en la madurez cuando “cosechamos el fruto de nuestra entrega”, cuando los “golpes de la profesión, las capacidades aprendidas y la experiencia nos convierten en abogados templados”.







Medallas de Honor
Durante la ceremonia también se ha hecho entrega de la Medalla de Honor del ICAM al magistrado Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, al abogado Ignacio Valentín-Gamazo (a título póstumo), y al secretario general y director de los Servicios Jurídicos del ICAM, Pedro Lescure.
El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha recibido la Medalla de Honor del ICAM “por su contribución dogmática y jurisprudencial situando al derecho de defensa como baluarte del Estado de Derecho y eje del derecho procesal de garantías, y a la Abogacía como artífice de los derechos fundamentales ante la función jurisdiccional”.
En la laudatio en honor del premiado, el decano del ICAM ha aplaudido “el compromiso de Manuel Marchena con la justicia, el Estado de Derecho y la dignificación de la labor de la abogacía, lo erigen como un pilar de la legalidad y la equidad”. Para Eugenio Ribón, Marchena “no es solo un magistrado, es un académico, un pensador y, sobre todo, un defensor del Estado de Derecho. Su aporte al estudio y reforma de la legislación procesal ha sido significativo y es de tal magnitud que ha contribuido no solo a la evolución de nuestras prácticas jurídicas, sino también al fortalecimiento del Estado de Derecho en nuestro país”.


Tras evocar la trayectoria del magistrado desde sus inicios académicos en el Colegio de San Ignacio de Loyola hasta su nombramiento como presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, y poniendo en valor también su ingente obra académica, el decano ha destacado la veneración que su figura despierta entre la abogacía madrileña, “que ve en él no solo a un juez, sino a un custodio de la ética y la profesionalidad. Su labor nos recuerda la vital importancia de la defensa en cualquier Estado que se precie de democrático y justo”
Por todo ello, ha concluido el decano, la abogacía madrileña rinde tributo “a un hombre cuya vida y obra son un testimonio del derecho vivido con pasión y con respeto, de la ley entendida como vehículo de justicia y no de venganza, y del papel del abogado defensor como esencial en la balanza de la justicia”.
En sus palabras de agradecimiento, el magistrado ha querido reivindicar además la labor de los profesionales que ejercen su labor en el Turno de Oficio, donde él mismo dio sus primeros pasos en la abogacía hace 40 años. Ahora, desde su condición de presidente de la Sala de lo Penal, Marchena ha destacado “la enorme dignidad y el elevadísimo nivel técnico” de los recursos de casación recibidos en el Tribunal Supremo suscritos por abogados del Turno de Oficio. “Y es un momento también para reivindicar la necesidad de que ese trabajo sea reconocido por quien corresponde, y no solamente sea reconocido como se merece, sino que sea también extendido a otros sujetos de derecho que no responden a una idea histórica de una persona física que reivindica el derecho de defensa”, ha añadido.
En ese sentido, el premiado considera “fundamental que el Turno de oficio, de la misma manera que la abogacía ya se ha acostumbrado a la defensa de personas jurídicas, tenga ahora la oportunidad de asumir entre sus funciones la labor de defensa de las personas jurídicas”.


El secretario general del ICAM, Pedro Lescure, también ha recibido la Medalla de Colegiado de Honor en reconocimiento “a su trayectoria, dedicación y desvelos en pro de la Institución durante más de dieciocho años”. El secretario de la Junta de Gobierno del ICAM, José Ignacio Monedero, ha explicado que este merecimiento “no es sino una leve cristalización de la gratitud corporativa a quien, con su finura jurídica, ha contribuido decisivamente a la construcción de un Colegio de la Abogacía señero en los valores del Estado social y democrático de Derecho y su impregnación en la sociedad civil, baluarte del derecho constitucional de defensa en todas sus proyecciones”.
Además, el ICAM ha entregado su máximo reconocimiento, a título póstumo, al abogado Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá, asesinado el 7 de septiembre de 1996 durante un robo con fuerza e intimidación en una tienda de la madrileña calle de Manuel Cortina, tras haber salido en defensa de la cajera acometida.
Sus hermanas Isabel y Cristina Valentín-Gamazo han recogido un distintivo con el que no solo se honra la memoria de Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá, “sino que reafirmamos nuestro propósito como abogados y abogadas de esta noble institución: perseguir la justicia, defender la verdad y proteger, sin titubeos, los derechos y la dignidad de las personas”, ha destacado en la laudatio la diputada del ICAM Lola Fernández Campillo.
Asimismo, “al conferir esta medalla, proclamamos un mensaje a todo aquel que se precie de llevar la toga y la esencia de lo que significa ser abogado: que la dignidad de la profesión no solo radica en la lucha en los estrados, sino también en el compromiso intrépido con los valores que nos hacen custodios de la civilidad”, ha subrayado.


A tal efecto, el ICAM solicitará al Ayuntamiento de Madrid la inclusión de esta mención honorífica en el monolito dedicado a Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá en la plaza de los Chisperos de Chamberí, donde concluye la calle Manuel Cortina.
Clausura
Esta solicitud que inmediatamente ha sido aceptada por el Consistorio a través de su alcalde, encargado de clausurar el evento, quien ha garantizado que esa mención se incorporará al monolito no solo como reconocimiento de la admiración y la gratitud de todos sus compañeros de la abogacía.
En su intervención, Martínez-Almeida ha querido agradecer a todos aquellos que han recibidos los diplomas de 60, 50 y 25 años de colegiación “porque en la España constitucional que hoy conocemos, la consolidación de ese Estado social y democrático de derecho que propugna el art. 1 de la CE sería absolutamente inviable sin el concurso de los operadores jurídicos, y dentro de estos quien tiene un papel relevante sin lugar a dudas es la abogacía”.
Una profesión, la de la abogacía “que permite que prevalezca ese catálogo de derecho fundamentales y libertades públicas”, ejercida por “los que la luchan por la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, los que sencillamente pretenden dar a cada uno lo suyo, que es el lema de la Justicia”. Una profesión cuyo futuro, ha añadido el alcalde, está “garantizado”, tal y como se ha visto con la jura de nuevos letrados celebrada esta mañana también en la sede del ayuntamiento.
Para concluir, el alcalde ha elogiado a los otros dos profesionales distinguidos con las medallas de honor del ICAM, Pedro Lescure y Manuel Marchena.
