El ICAM analiza en su Aula de Debate los avances y retrocesos en la lucha contra la violencia de género

El Aula de Debate del ICAM, continuando con su sello de analizar las cuestiones más candentes desde los sectores más representativos de la sociedad civil, ante un Salón de Actos repleto, se enfocó anoche en la violencia de género, uno de los temas que innegablemente mayor debate está generando en la actualidad.

Bajo la batuta del diputado responsable de formación, Raúl Ochoa, la periodista Sonsoles ÓnegaAna Mª GaldeanoEsteban Mestre Delgado, departieron sobre los distintos avances logrados en la lucha contra la violencia de género y los retos que presenta en el futuro, cuestión no exenta de polémica y en la que, como apuntó Ochoa, “estamos muchas veces confundiendo el machismo con violencia de género, pero el violento no necesariamente es machista, ni siquiera está contra todas las mujeres.

Para el diputado, “hay un problema desde el inicio de la educación que se recibe: no estamos separando lo que son las diferencias lógicas de sexos con la igualdad de derechos de ambos sexos. La generalización está muy bien, pero es el caso concreto el que tenemos que pensar”, indicó.

Queda mucho por hacer

Los ponentes estuvieron de acuerdo en que, en retrospectiva, es indudable que se ha progresado mucho desde el cruento asesinato de Ana Orantes en 1997 que fue, para Galdeano, el punto de partida pues “sacó la cuestión de la esfera privada, puso de manifiesto que las mujeres estaban subyugadas y eran sometidas por el hombre y, en concreto en España, en el ámbito familiar, por sus maridos; en definitiva, demostró que era un problema social, no algo que resolver en la intimidad”.

La fiscal, aunque avaló como positivas tanto el dato del aumento de las denuncias por violencia de género porque “que no quiere decir que hayan aumentado los casos sino que las mujeres están accediendo al sistema”, como el Pacto de Estado en materia de violencia de género, “un gran avance con las más de 200 medidas que contempla para avanzar en toda la problemática, sobre todo gracias a las partidas presupuestarias que establece”, presentó distintas mejoras para fortalecer la lucha contra la violencia de género, destacando:

  • La modificación del art. 416 de la LeCrim, el precepto que, para la fiscal, “origina la mayoría de sentencias absolutorias, a permitir a las víctimas acogerse a la dispensa”.
  • Mejorar y aumentar los puntos de encuentro familiar.
  • Realizar “una formación de calidad y continuada en perspectiva de género a todos los operadores jurídicos”.
  • Adjuntar al proceso “una valoración de naturaleza forense, ya que ahora únicamente tenemos la policial”.
  • Homogeneizar el sistema estadístico de los datos que se dan oficialmente, “imprescindible para visualizar la problemática y permitir el cruce de información”.

Mestre, por su parte, aún más crítico, declaró que “es incomprensible en un mundo moderno, avanzado, que se ha abierto a las nuevas tecnologías, al cruce de culturas, etc. que la mujer sea agredida por ser mujer, especialmente por quién le prometió afecto, compañía y diálogo”. Y es que, según el catedrático, “la realidad social contradice los avances técnicos por anegar esta violencia”, haciendo alusión a los distintos casos que han venido reproduciéndose, “siguiendo el mismo patrón”, tras salir a la palestra el mediático caso de La manada.

La importancia de la educación

“Algo falla cuando las generaciones que nos siguen y que en teoría se han educado en igualdad, sin embargo, son más violentas”, apuntaba Ónega, incidiendo en un aspecto que preocupó bastante a todos los miembros de la mesa: los adolescentes. “Nuestro mensaje no les llega, no ven informativos ni oyen la radio, están en otros circuitos en los que los medios tradicionales no estamos; debemos ser conscientes de esta realidad”, insistió la periodista.

En este sentido, para Mestre es fundamental “trasladar a la educación un mensaje que apueste por la igualdad, el respeto y la tolerancia, que diga a nuestros hijos que las dificultades se solucionan hablando”, porque, refirió el catedrático, “es un problema que no podemos solucionar sólo los juristas, hay que invocar a la sociedad, a los medios de comunicación y, sobre todo, a la educación”. “Falla una sociedad que tolera mucho, que ve los casos como si fueran un telefilm sin interiorizarlos, que sigue diciendo que ‘una vez no pasa nada, que no se puede romper el matrimonio’. Son los pequeños detalles los que construyen el edificio del que todos nos quejamos; debemos comenzar por fijarnos más en el día a día, en lo cotidiano”, alegó.

Tratamiento mediático

Precisamente, los elementos que pueden contribuir, o al menos no ayudan, a combatir la violencia de género fueron objeto de análisis en la intervención de Ónega. “Ciertamente los medios no lo hacemos siempre bien”, confesó, “justificamos al agresor o culpabilizamos a la víctima sin medir las consecuencias de lo que supone lo que decimos, a quiénes entrevistamos… tampoco somos conscientes de la responsabilidad educativa que tenemos cuando se enciende el botón rojo”. Pero la periodista también planteó posibles soluciones: “debemos denunciar los pequeños micromachismos que, al final, nos llevan a la violencia de género; cuidar el lenguaje y las imágenes que usamos; no tratar la cuestión como un suceso más sino emitirlos siempre al inicio de los informativos; contar en positivo las experiencias de las supervivientes, de las otras víctimas, como los menores, y animar a denunciar al entorno”, propuso.

“La violencia de género es un problema multidisciplinar, y pensar que el sistema judicial basta para acabar con él es ridículo”, concluía Galdeano, haciendo un llamamiento para “involucrar a toda la sociedad en la lucha”.

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